2. FUNDAMENTOS DOCTRINALES DEL CURSILLO.

En el apartado quinto de la primera parte, al analizar la esencia de los Cursillos, considerábamos cómo la doctrina que se expone en el Cursillo es la doctrina del Cuerpo Místico de Cristo. Una doctrina en función de la vida que supone un redescubrimiento del cristianismo en el que la Persona de Jesucristo es el centro. Se trata de una presentación viva y dinámica, de una comunicación de vida con invitación incorporada a participar de dicha vida.

Veíamos en el mismo apartado que el Cursillo trata de inculcar unas verdades cuyo núcleo fundamental es Cristo Jesús y su gracia, con una visión que articula desde ese eje las verdades fundamentales de la fe católica.

Avanzando en la concreción de la doctrina que se enseña en los Cursillos, Mons. Hervàs da una respuesta clara y definida:

La doctrina que se enseña en los Cursillos es sólida y verdadera, conforme a la doctrina de Santo Tomás y al método escolástico tradicional. Toda la vida del Cursillo se desarrolla con la mirada puesta y el oído atento a las enseñanzas y normas de los Romanos Pontífices (194).

En la misma Carta Pastoral, tratando de los contenidos, señalará que:

no se trata de una doctrina nueva. Lo nuevo es el modo y el orden de proponerla y enseñarla. No se enseña, como dijimos, sino lo que enseña y propone la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana. El núcleo central es la doctrina del Cuerpo Místico de Cristo. Se sigue el método de Santo Tomás de Aquino en Filosofía y en Teología, de acuerdo con los mejores autores usados en los Seminarios y Universidades eclesiásticas (195).

Más adelante (196) remarca de nuevo que la clave doctrinal de los Cursillos está en la doctrina del Cuerpo Místico y de la Comunión de los Santos, y la concreta en cuatro puntos, que reproducimos en esquema:

A) Jesucristo, Cabeza del Cuerpo Místico.

B) La Gracia, savia vital del Cuerpo Místico de Cristo.

C) El Espíritu Santo, alma del Cuerpo Místico de Cristo.

D) La Iglesia y su sagrado Magisterio (197).

El Cursillo es profundamente cristocéntrico en la doctrina que predica, también en la llamada a la conversión que proclama, y asimismo en el plan de vida que propone de cara a la perseverancia. El centro del Cursillo es la Persona de Jesús, místicamente presente en sus miembros por la fe, la gracia y la caridad, y presente también de modo real y sustancial en la Santísima Eucaristía...(198).

La Persona de Jesús será predicada intensamente, presentada con viveza como Dios y hombre que busca y ofrece una relación personal con el hombre, con cada hombre concreto y que viene a renovar totalmente su vida y a abrir un horizonte de colaboración en la transformación del mundo. Este Jesús está presente en el ambiente, y sobre todo el sagrario será un punto de referencia constante durante el Cursillo a través no sólo de las Celebraciones Eucarísticas, sino también de las visitas individuales y colectivas.

El segundo punto doctrinal es la presentación de la gracia, como la savia vital de la vida de la Iglesia. Una vida que fluye desde Cristo Cabeza a los miembros de su Cuerpo Místico y que debe ser valorada como un don grandioso. Por eso en el Cursillo se enseña el aprecio y estima de la divina gracia don del Padre, por el Hijo en el Espíritu Santo; riqueza verdadera de los redimidos (...) cuya adquisición, conservación, aumento y difusión será el gran ideal de la vida entera (199).

Es la gracia un don de Dios que nos hace amigos suyos, sus hijos, que nos sitúa en una vida nueva; es, en definitiva, participación de la vida divina. Es algo tan grande y tan nuevo -aunque sea una verdad de siempre- que si bien la Persona de Jesucristo constituye el centro del Cursillo, la lección central del Cursillo es la gracia santificante; todo él gira alrededor de esta gran verdad. Pero no se da un tratado completo como bien se entiende. Esta tarea formativa se completará en el Postcursillo. Se explica la definición de la gracia; se expone el concepto del mundo sobrenatural; se graba profundamente el criterio de que la orientación sobrenatural del hombre es la única verdadera...(200).

El Espíritu Santo en cuanto alma del Cuerpo Místico de Cristo constituye el tercer punto doctrinal del Cursillo, de ahí que se enseñe una devoción ilustrada e invocación frecuente del Espíritu Santo, que vivifica, guía, dirige y perfecciona la Iglesia y las almas(201).

El Espíritu Santo, alma del Cuerpo Místico, es el gran desconocido y muchos cristianos tienen una mínima noción elemental de su existencia. Ahora bien, no se puede entender el misterio de Cristo si no es con la luz y guía del Espíritu Santo. De ahí que sea tan importante conocer su acción en la Iglesia y en cada persona concreta. Su acción es patente a lo largo de la historia de la Iglesia en todo tiempo, aunque ciertamente en los inicios fuera más sensible que en el momento presente (202).

Cristo sustenta a todo el Cuerpo y a cada miembro por el Espíritu Santo, que nos hace hijos adoptivos de Dios y que es principio de unidad de los miembros con Cristo Cabeza y de los miembros entre sí (203).

Es esencial en la formación doctrinal el conocimiento del Espíritu Santo, y es esencial en la vida cristiana el trato personal con él, tercera Persona de la Trinidad, y principio de la vida sobrenatural, de ahí que en los Cursillos de Cristiandad se enseña al cristiano a tener en singular aprecio la devoción al Espíritu Santo, a invocarlo, a secundar con la oración litúrgica, con recogimiento y fe, al inaugurar el Cursillo y al comienzo de cada uno de los actos principales, y se les invita a continuar haciéndolo igualmente en las tareas de la existencia diaria y en los momentos importantes de la vida (204).

El cuarto punto doctrinal es la Iglesia y su Magisterio. Viene expresado en un único párrafo, largo y monotemático, que no refleja propiamente la orientación doctrinal que se da en el Cursillo sobre la Iglesia, sino más bien una adhesión a la jerarquía de la Iglesia. Dice así: Conocimiento, amor y servicio generoso a la Santa Iglesia externa, visible y jerárquica, que se traduce en una inquebrantable fidelidad y amor al Papa, Vicario de Jesucristo y Cabeza visible de la Iglesia universal; en la aceptación gozosa y sincera de sus enseñanzas y directrices, que ilustran las mentes y orientan las actividades de los católicos en todos los tiempos y en todas las partes de la tierra. Sumisión y amor sincero y práctico al Obispo diocesano, en íntima comunión con la Sede Apostólica, puesto por el Espíritu Santo para regir la Iglesia de Dios en cada una de las parcelas del mundo cristiano. Conocimiento de la misión y dignidad del sacerdote católico; aprecio y estima cordial del mismo, que tal vez se inicia en una amistad humana en los días del Cursillo, para transformarse seguidamente en una incipiente y suave dirección espiritual, que de ordinario irá progresando, vigorizándose y ampliándose después gradualmente (205).

Más adelante, en un apartado en que se explaya el punto b, que trata de la gracia, desde la perspectiva de la comunión de vida que Cristo Cabeza da a sus miembros, completa la visión anterior que sonaba sólo a jerarquía y a magisterio con la idea de una vida común y única, y de la comunión y solidaridad de intereses en ese organismo vivo que es el Cuerpo Místico de Cristo: En virtud de esa vida común (...) el cristiano se percata de la solidaridad de intereses del Cuerpo Místico y se siente tan vinculado a sus hermanos, que obrará con la persuasión de que, si vive en gracia, elevará a los demás; si vive en pecado, restará vitalidad y pujanza al Cuerpo Místico de Jesucristo (206).

En conclusión, podemos afirmar que los datos que nos ofrecen los libros más antiguos y emblemáticos sobre los comienzos de los Cursillos y sus bases doctrinales nos llevan a constatar que la doctrina enseñada es la tomista, según el método escolástico tradicional. Los contenidos doctrinales se encuentran principalmente en los "Rollos místicos" y las Meditaciones, y éstos se componen partiendo de obras al uso en aquellos años como manuales y como libros de espiritualidad, cuyos autores son Aramí, Lennerz, Terrien, Tanquerey y Thot (207).

Del conjunto de verdades del dogma cristiano católico, se toma como eje doctrinal la gracia, desde la perspectiva del Cuerpo Místico, y la doctrina se articula en cuatro puntos: Cristo, la gracia, el Espíritu Santo y la Iglesia.