3. MEDIOS Y TÉCNICA DEL CURSILLO.

A la hora de considerar los medios y la técnica que se utilizan en un Cursillo, nos encontramos con el problema de la gracia y la libertad, de la gratuidad en la Historia de la Salvación y de la colaboración del hombre en dicha historia. Es una cuestión antigua y siempre nueva. Al respecto, en los Cursillos se tiene conciencia clara de que es todo cuestión de gracia, pero también de técnica, subordinada ésta a aquella, pero necesarias ambas como elementos de un todo vivo y vital cuyas fronteras -siempre difíciles- escapan muchas veces a una precisión menos profunda (208).

Esta técnica no es algo complicado y extraño, con fines oscuros. Al contrario, su finalidad es sencilla y natural, ajustada a la realidad del ser humano. La técnica no es sino "preparar los caminos del Señor", disponer los cauces humanos para recibir la gracia obtenida por la oración y facilitar al hombre su camino hacia esta gracia. No es violentar, sino invitar; no es forzar, sino despertar y avivar el querer; no es obligar sino desbrozar el camino que conduce a la decisión, pero sin olvidar nunca que esta decisión, esta aceptación de la gracia, es siempre un acto totalmente libre en el hombre y que Dios mismo siempre respeta esta libertad (209).

Mons. Hervàs en su Carta Pastoral tiene un interés especial en situar y fundamentar el planteamiento del Cursillo dentro de la más estricta ortodoxia alejándose tanto del error naturalista y sus tendencias afines, como de un falso espiritualismo que desembocara en actitudes quietistas (210). Ortodoxia doctrinal ante todo, y una seria fundamentación en el magisterio de los últimos Pontífices.

Cuando aplica a los Cursillos el empleo de los medios naturales, después de recoger las enseñanzas pontificias, las ignacianas, y las aportaciones de la pedagogía, concluye que la técnica de los Cursillos se apoya sobre una serie de elementos psicológicos de eficacia probada, y que bien utilizados explican los logros de este método, si bien se supedita todo a la gracia (211). En la aplicación que hace de los medios sobrenaturales al Cursillo, resume y concreta -no sin antes dejar constancia de la primacía de lo sobrenatural (212)- los elementos en que se basa la eficacia del Cursillo: Desde que comienza el Cursillo (...) se señalan los tres puntos en que estriba la eficacia de un Cursillo: la Gracia de Dios, la organización técnica y la colaboración personal de todos los participantes (213).

La técnica es muy importante en el desarrollo de un Cursillo. Por eso requiere una aplicación correcta y equilibrada, sin caer en exageraciones de tecnicismo, pero a la vez sin desvalorizarla cayendo en improvisaciones impropias de aquello que ha de estar programado y calculado con detalle. Hay que emplearla racionalmente, aprovechándola al máximo, pero sin esclavizarse ni poner en ella la confianza en la obtención del fruto ya que está creada para servir al Cursillo y al hombre en el Cursillo, y no al revés (214). También es muy importante el espíritu de colaboración. En esa colaboración personal de los participantes entran todos, desde los que asisten por primera vez al Cursillo, que han de poner su buena disposición, como los que darán alguna de las lecciones - sacerdotes o seglares - o van como auxiliares, que habrán de procurar ser colaboradores dóciles a la acción de Dios.

Pero por encima de todo, vemos una conciencia clara en los planteamientos doctrinales de la Obra de Cursillos en el sentido de que el nacimiento a la vida cristiana y su desarrollo es, ante todo, un don de Dios, que requiere la colaboración libre del hombre, porque así lo ha dispuesto el mismo Dios creando libre al hombre, a su imagen y semejanza. Del mismo modo, en el trabajo por el Reino, en toda obra apostólica, tiene lugar esa realidad misteriosa en que concurren por una parte la gracia de Dios, es decir, Dios que concede el fruto, y también la colaboración humana, el trabajo del hombre, que a pesar de sus limitaciones ha de poner su colaboración para que ese Reino crezca y se dilate. Gracia de Dios y libertad del hombre para aceptarla; y también gracia de Dios y colaboración del hombre en la construcción del Reino. Sin extremos de pelagianismo ni de quietismo. En colaboración, en armonía, en sinergía (215).

Los principios generales de la técnica y de la metodología del Cursillo se encuentran expresados ya en El cómo y el porqué, la obra más antigua y autorizada para conocer el pensamiento de los orígenes, posteriormente han sido recogidos y ampliados en las obras más representativas de la literatura sobre Cursillos, y por último, han sido sistematizados y perfilados en Ideas Fundamentales. De esta última obra tomaremos el esquema en líneas generales, aunque con libertad en la distribución y dando un tratamiento somero a los aspectos que son más comunes en los distintos métodos de apostolado, y más exhaustivo en aquello de más específico que tiene este Movimiento (216).

Destacaremos los siguientes:

A. Pedagogía del Cursillo.

La finalidad de la pedagogía del Cursillo es ayudar a crear un clima que facilite el encuentro con el Señor, orillando los escollos y obstáculos que pudieran impedir la llegada del Mensaje a la cabeza y al corazón del cursillista e intentando cortar los lazos que lo esclavizan, impidiendo una opción libre y consciente (217).

El aspecto principal de esta técnica y de esta pedagogía radica en la estructuración doctrinal. Una estructuración sistemática de una serie de verdades que se orientan a la consecución de un fin concreto. No se trata de presentar un curso teológico completo, sino una síntesis viva de la fe y de la vida cristiana que propicie con y por la gracia de Dios la conversión personal por el encuentro con Cristo, que da sentido a la vida y se convierte en su centro ordenador (218).

Otro aspecto importante es el contacto personal entre los miembros del equipo de dirigentes - sacerdotes y seglares- y los cursillistas. Es imprescindible conectar en profundidad con la persona para poder conocerla, entenderla y acompañarla en su proceso de encuentro con Dios y con el hermano. Todo se ha de hacer con prudencia y sentido de la oportunidad. Todo ello con el fin de que recorra el camino que ha de recorrer (219).

Un tercer aspecto de esta técnica consiste en el lenguaje, las ideas-fuerza y el estilo (220). Un lenguaje sencillo, vivo, actual en cada momento, que sea perfectamente comprensible para el auditorio, que se adapte al oyente y evite toda grandilocuencia vana. Lenguaje utilizado con propiedad y precisión, pero con adaptación para que sea inteligible a todos.

Ideas-fuerza que sintetizan en fórmulas breves y profundas el ideal cristiano que se está presentando y que se debe grabar en lo más profundo del corazón. Fórmulas fáciles de captar que se van repitiendo como slogans durante el Cursillo de modo que penetren y enraícen en el corazón.

Un estilo incisivo y directo. Un estilo actual, sincero y realista. Un estilo valiente, jubiloso y encarnado.

Incisivo y directo. Sin rodeos ni eufemismos que disfracen la contundencia de la palabra o la fuerza de la vida misma.
Actual. Porque se actualiza incesantemente, porque está en constante renovación y eso le da una vigencia ininterrumpida.
Sincero. Sin fingimientos, sin dobles caras, sin reparar en las apariencias. Buscando la autenticidad y la coherencia de vida.
Realista. Sin caer en convencionalismos típicos. Con llaneza y naturalidad. Llamando a las cosas por su nombre.
Valiente. Audaz y decidido, con la osadía del que confía en quien no puede defraudar, con la intrepidez del que se sabe depositario de una misión insustituible en un mundo a menudo hostil y siempre tendente a la mediocridad.
Jubiloso. Con un gozo que se manifiesta y exterioriza, que desborda fruto de un estado de ánimo alegre consecuencia del equilibrio y la seguridad interior que dan la posesión de la verdad y la entrega al servicio de la Iglesia.
Encarnado. Un estilo cristiano encarnado en la realidad. Lejos del espiritualismo distante y distanciado del típico "beato". Inserción profunda en la vida de la calle, en la vida que rodea a cada uno, en la que cada uno está inmerso. Conectar con el hombre, compartir sus inquietudes, comunicar en profundidad con ellos, no de arriba a abajo, sino en el mismo plano. Una encarnación que brota de la propia realidad bautismal que vive el laico, y que le constituye en agente de evangelización, con entidad propia, y no como una especie de clérigo de segunda.

Como cuarto aspecto de esta pedagogía destacamos el clima que se debe vivir en el Cursillo (221). Para que funcione y alcance la eficacia pretendida es muy importante que se dé el clima adecuado. Aquí la técnica consiste en la estructuración de las circunstancias, que no significa someter a los cursillistas a toda un serie de trucos o reacciones psicológicas, sino hacerles vivir en la verdad y de la verdad dentro del clima más propio para que esta verdad cale hondamente en el alma... (222).

Este clima está compuesto de sencillez y sinceridad, de naturalidad y espontaneidad, y sobre todo de cordialidad y alegría, que desembocarán en unos lazos profundos e intensos de amistad.

Este clima ambiental se va alcanzando a través de unos medios determinados como son los chistes, las bromas, los cantos, así como en otro orden el diálogo profundo, el compartir tareas ... Los chistes y bromas distensionan el ambiente. Los cantos relajan, entretienen y enardecen. El compartir tareas de pequeños servicios, acerca. El diálogo a fondo, une. Éstos y otros medios, sobre todo, disponen positivamente a la recepción, a la comunicación, de modo que personas que no se conocían previamente viven un clima de amistad verdadera y de mutua apertura interior.

Estos medios se manejan y controlan convenientemente para evitar posibles excesos de forma y sobre todo en base a la delicadeza con las personas, para que nadie se pueda sentir herido o molesto en ningún momento, sino que reine la armonía y la caridad.

El clima se caracteriza sobre todo por la alegría. Ésta, es propia del cristiano convencido y es consecuencia del encuentro del hombre con la verdad. La alegría ensancha el corazón y dispone para la relación interpersonal. El clima de alegría es consecuencia de la alegría que tienen las personas que inciden en ese clima. En unos será consecuencia del equilibrio vital fruto de una integración personal desde la fe, que da sentido y plenitud a sus vidas. En otros será fruto de la superación de dificultades, de problemas, del sentido vital que se va descubriendo, del camino futuro que se va vislumbrando hacia Dios como meta en compañía de los hermanos, conviviendo con ellos y compartiéndolo todo.

Los medios que propician este clima se procura que discurran por cauces de normalidad psicológica en su utilización. No se trata ni se pretende un lavado de cerebro del que asiste al Cursillo, injustificable siempre aunque pretendiese los fines mejores. Simplemente se trata de allanar los prejuicios del camino para que la persona pueda recibir el mensaje con más luz y desde una mayor objetividad, y para que ofrezca una mayor docilidad a la gracia de Dios.

B. Palabra y testimonio

En la primera parte (223) veíamos cómo el Movimiento de Cursillos se inserta en la pastoral kerigmática, dentro del ministerio de la palabra o pastoral profética de la Iglesia.

El Cursillo intenta, y por la gracia de Dios consigue, de ordinario, iluminar toda la vida a la luz de todo el Evangelio (...). Para conseguir esta eficacia, El Evangelio debe ser predicado según el estilo que Cristo nos dejó: la Palabra debe ser vivida, ya que Cristo es la Palabra encarnada y proclamada. El Cursillo, fundamentando la búsqueda de la conversión en la vivencia y en el testimonio, personal y comunitario, haciendo presente aquello que se proclama, se halla en esta línea. El carácter comprometido y comprometedor del Cursillo y de todo el Movimiento exige siempre la proclamación testifical (224).

Anunciar el evangelio no es tarea que se pueda realizar de cualquier manera. No es pronunciar un comunicado, ni transmitir unas ideas de un modo frío o relatar unos acontecimientos que no afectan a la propia vida ni la comprometen. Anunciar el Evangelio es proclamar la salvación de Dios, que incide y penetra de tal manera que acaba transformando la historia personal y la historia de la humanidad.

No consiste en la comunicación de unos contenidos agradables a nivel humano o un buen suceso que produce cierta alegría en el oyente. Es proclamar la salvación de Dios en Cristo por el Espíritu, anunciar el Reino de Dios, una realidad tan revolucionaria, que hace nuevas todas las cosas. Cuando quien proclama esa Buena Nueva la experimenta en su vida, su palabra tiene un estilo concreto de fuerza, de alegría, de seguridad, de sinceridad, de esperanza,... Su palabra participa del fuego de toda palabra profética. Su palabra está al servicio de la Palabra, y es transparencia de la Palabra. Josep Capmany  (225) destaca sobre todo tres aspectos en el estilo que debe tener el kerigma: solemnidad en la proclamación, que brota de la importancia del contenido que se anuncia, el tono interpelativo que apunta directamente a la conversión y el matiz de júbilo, lógico por la salvación que se anuncia y que se vive fruto del amor de Dios. En resumen y en definitiva, una palabra convencida y convincente.

El 'testimonio' es una categoría o concepto bíblico relacionado con el kerigma. Jesús encarga a los apóstoles predicar y dar testimonio (226). Los apóstoles aparecen en el libro de los Hechos como los testigos de la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. El apóstol es un llamado por Jesús, testigo de su vida y misterio pascual y enviado a dar testimonio.

En la Teología Pastoral más reciente, al hablar de testimonio, no se circunscribe el contenido del concepto solamente al testimonio de palabra sino que también se refiere al testimonio de vida. Pablo VI destacará la importancia primordial del testimonio de vida en la Evangelii Nuntiandi llegando a afirmar que la Buena Nueva debe ser proclamada, en primer lugar, mediante el testimonio (227). El testimonio de vida es una responsabilidad de todo bautizado, como miembro de la Iglesia, y de toda la Iglesia, como comunidad de bautizados.

Esto significa que con una coherencia cristiana en los pequeños y grandes actos que van configurando toda la vida, se da testimonio de Cristo Salvador. Porque se conoce la fe cristiana de la persona, o porque se acabará conociendo cuando ésta responda a los interrogantes que plantea con su actuación. De este modo, vemos que los testimonios de palabra y de vida se refieren, se explicitan y se completan mútuamente. Uno y otro han de darse con sencillez, naturalidad y coherencia. El testimonio de vida confirma y da un tono de autenticidad y credibilidad al testimonio de palabra. El testimonio de palabra arroja luz, fuerza y rotundidad al testimonio de vida (228)

En el Movimiento de Cursillos de Cristiandad se intentan vivir las dimensiones kerigmática y testimonial, y en el método se aplican ambos conceptos. Se proclama el mensaje, se da testimonio de palabra y se intenta un testimonio o coherencia de vida. Pero cuando hablamos de testimonio de vida en Cursillos no nos referimos sólo a la autenticidad y vivencia de los valores cristianos en la vida diaria o en los tres días en que se da el Cursillo, nos referimos a que uno de los elementos más peculiares de este Movimiento consiste en explicar, en poner en común, en compartir testimonios de vida. Es decir, comunicar experiencias propias a los demás. Son hechos de vida que acompañan a la palabra, la ilustran y la confirman. En cada Cursillo se da el testimonio de cada persona concreta que interviene, así como de todo el Equipo que dirige el Cursillo y de la Comunidad cristiana que se hace presente desde su oración y que será visible cuando venga a la clausura (229). El estilo de comunicación de los testimonios concretos de vida se ha de hacer con sencillez y naturalidad, y, sobre todo, con conciencia clara de que no son logros personales, sino dones de Dios.

C. Respeto a la libertad.

Los Cursillos nacieron y crecieron con una efectividad y ritmo impresionantes. No hay más que repasar los números de la revista "Proa" de aquellos años para comprobarlo. El cambio profundo que se producía en los asistentes causó desde los elogios más encendidos a las acusaciones más peregrinas. Una de esas acusaciones se refería a posibles lavados de cerebro, trucos psicológicos, a manipulaciones de los individuos. Como ya hemos visto (230), los iniciadores tenían conciencia clara en los planteamientos de que no se trata en ningún caso de obligar o coaccionar, sino de facilitar el camino, sabiendo que la decisión es un acto totalmente libre por parte del hombre y Dios respeta siempre la libertad del hombre.

Si Dios ha creado al hombre libre, y respeta la decisión libre de este hombre a lo largo de la Historia de la Salvación, sería del todo improcedente que en una acción humana que colabora en ese plan de salvación, se coarte la libertad de la persona.

El Vaticano II es muy claro al respecto cuando afirma que la libertad religiosa consiste en que todos los hombres deben estar inmunes de coacción, tanto por parte de personas particulares como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y ello de tal manera que en materia religiosa ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme a ella (...) (231).

Aunque un cristiano desee lo mejor para sus hermanos o amigos, no debe presionar ni coartar. Cada uno debe dar la propia respuesta, libre y personal. El mismo documento vuelve a destacar que las comunidades religiosas, al igual que tienen derecho a enseñar y profesar públicamente la fe, es necesario abstenerse siempre de toda clase de actos que puedan tener sabor a coacción o persuasión inhonesta o menos recta, sobre todo cuando se trata de personas rudas o necesitadas (232). Hasta ahí llega el respeto que se debe tener al prójimo, máxime si éste es vulnerable. Hasta ahí llega la grandeza de la libertad humana.

La verdadera libertad es signo de la realidad del hombre creado a imagen de Dios. Y Dios ha puesto en manos del hombre la decisión de aceptarle o rechazarle. El hombre actúa según su conciencia y su libre elección (233). De esta elección personal provendrá la responsabilidad personal.

El Movimiento de Cursillos de Cristiandad ha tenido siempre como postulado básico el respeto a la libertad de la persona. En el Cursillo se intenta el difícil equilibrio entre la proclamación del mensaje cristiano con toda la fuerza pedagógica, kerigmática y testimonial que hemos analizado, y el respeto a la libertad de la persona, que es algo sagrado.

Por otra parte, se tiene la convicción de que no es preciso echar mano de artificios truculentos ni de presiones psicológicas para alcanzar la eficacia. La eficacia del Cursillo se debe a la gracia de Dios y a la humilde colaboración humana que se da en la comunidad que reza, en el equipo de dirigentes que convive, comunica y proclama, y a la persona que asiste, que ofrece su libre asentimiento (234).

D. Heterogeneidad.

Los Cursillos de Cristiandad nacieron entre los jóvenes. Quizá podía pensarse en aquel momento que el método sólo funcionaría a niveles de juventud masculina, puesto que la Acción Católica estaba rígidamente estructurada por sexos y edades. Pero ya en los primeros años se experimentó la universalidad de este método, que funcionaba con personas de distintas edades, sexos, psicologías, condiciones sociales, niveles culturales,... Lo cual no deja de ser lógico, dado que las características de la esencia y de la técnica del Cursillo apuntan a lo sustancial, a lo nuclear del ser cristiano, y esto, por fuerza, ha de ser válido para todos (235).

F. Forteza denuncia (236) los conatos de especialización que según él siempre se han producido desde que nació el Movimiento. En un principio, entre aspirantes, jóvenes y hombres, y a lo largo de su historia en intentos de la más variada índole en base a divisiones por profesiones, estados,... A pesar de estas experiencias, el planteamiento de Cursillos es unitario, no especializado. Y entre sus principios básicos figura el de la heterogeneidad.

¿En qué consiste la heterogeneidad? Es convivencia de la diversidad en la fundamental y evangélica coincidencia de nuestro ser cristiano: algo simple en su realidad, y múltiple en su funcionalidad y dinamismo (237). En el ser cristiano hay, ciertamente, una coincidencia entre todos los cristianos, y puesto que el Movimiento de Cursillos apunta a la esencia del cristianismo, a lo fundamental cristiano, que es común, es lógico que apueste por un planteamiento de heterogeneidad..

De ahí que se procure vivir esa heterogeneidad tanto en el equipo de Dirigentes que imparten el Cursillo como en el grupo de los asistentes (238). Igualmente, las reuniones de después del Cursillo se plantean de modo heterogéneo.

Este principio encuentra su fundamentación en la unidad del Pueblo de Dios, que dimana del hecho de formar un solo cuerpo, de estar animados por un solo Espíritu, por tener un solo Señor, una sola fe, un solo Bautismo y un solo Dios Padre de todos (239). En la Iglesia, nos enseña el Concilio Vaticano II, es común la dignidad de todos y cada uno de los miembros, es común la gracia de la filiación, es común la llamada a la perfección. Hay una única salvación para todos, única es la esperanza, e indivisa la caridad (240).

Por otra parte, en el Cursillo se vive el espíritu comunitario, y se intenta ayudar a los asistentes a descubrir la propia vocación para realizarla después en comunidad cristiana. Ahora bien, si nos fijamos en la comunidad apostólica reunida en torno a Jesús, o en las comunidades que nos presenta el libro de los Hechos de los Apóstoles, nos damos cuenta que son grupos heterogéneos, que forman comunidades heterogéneas. Esta multiplicidad y heterogeneidad es un elemento sumamente enriquecedor para cada persona y para la comunidad en su conjunto. La complementación supone un espacio mucho más amplio para el intercambio de servicios, de experiencias, de palabras, en definitiva, para el enriquecimiento personal y para el crecimiento personal. La comunidad es una familia, y en una familia amplia encontramos diferentes edades, sexos, caracteres,... (241). La convivencia comunitaria desde la heterogeneidad es un testimonio ante el mundo de la novedad de Cristo, de la fuerza de su Espíritu, que congrega personas diferentes en una comunión de vida.

E. Prácticas de piedad en el Cursillo.

En este punto englobaremos cuatro aspectos: la oración en el Cursillo, la celebración del sacramento de la Eucaristía, la celebración del sacramento de la Penitencia, y por último, la devoción a María(242).

La oración es el medio principal en el que se basa el fruto que se puede producir en el Cursillo. Hay una conciencia clara, y así se expresa en todo momento, de que el fruto es don de Dios, gracia de Dios, al que se acude en la oración de petición confiando no en méritos propios, sino en su infinita misericordia.

Durante el Cursillo oran las comunidades cursillistas, otras comunidades cristianas, comunidades religiosas de vida contemplativa. Oran y ofrecen sacrificios por la conversión de los asistentes. Esto se pone en conocimiento de los asistentes no como medio para impresionar, pero sí para que sepan que no están solos, que hay una unidad y presencia espiritual de muchas personas que están intercediendo por ellos. El equipo de Dirigentes, también ora durante el Cursillo, y con su testimonio va iniciando en la oración a los nuevos cursillistas. De este modo, según va avanzando el desarrollo del Cursillo, todos los miembros del mismo se van convirtiendo en una comunidad que ora. Una comunidad orante tanto a nivel de oración personal como de oración comunitaria. En el transcurso del Cursillo, las dificultades que surjan se resolverán por todos los medios, pero sobre todo con el medio de la oración.

El primer acto de cada día consiste en las oraciones de la mañana, realizadas comunitariamente, en las que se ofrece a Dios el día que empieza. La jornada terminará así mismo en la presencia del Señor con las oraciones de la noche, en que se da gracias a Dios por todo lo recibido y se hace un pequeño examen de conciencia incidiendo sobre todo en los temas tratados durante el día. A partir de la charla Sacramentos (mañana del segundo día), se procura intensificar las visitas al Santísimo tanto al nivel individual como por grupos, para ir familiarizándose en el trato con Cristo, presente en la Eucaristía, y para ir creciendo en la unidad fraternal con los hermanos.

Veíamos en los Fundamentos doctrinales del Cursillo (243) cómo la Persona de Jesucristo es el centro del Cursillo porque constituye el centro del mensaje que se proclama, porque está presente en tanto que en su nombre se realizan las actividades (244), y porque está substancialmente presente en la Eucaristía. El sacrificio eucarístico es fuente y cumbre de toda la vida cristiana (245). Por otra parte, de toda la liturgia en su conjunto, pero de un modo especial en la Eucaristía, proviene o mana hacia el hombre la gracia como de su fuente, y se realizan con eficacia máxima la glorificación de Dios y la santificación del hombre. (246)

Por eso se puede afirmar con rotundidad que la Eucaristía es el centro de la vida durante los tres días de Cursillo; todo en él tiende a crear en los cursillistas la conciencia de que luego, en el 'cuarto día', la Eucaristía debe ser el centro de su vida, su encuentro con la comunidad, como hermanos y como compromiso de acción (247). La Eucaristía significa y realiza por antonomasia la unidad del Pueblo de Dios, de la Iglesia (248). Del mismo modo significa y realiza la unidad de esa pequeña parcela constituida por los que participan en un Cursillo, y de las comunidades de cursillistas. La Eucaristía es también la máxima expresión y fuente de la vivencia y de la convivencia de lo fundamental cristiano que es esencial al Cursillo y al Movimiento de Cursillos de Cristiandad.

Uno de los aspectos dentro de la función de los directores espirituales en el Cursillo consiste en 'ejercitar su ministerio'. Además de su presencia, de presidir la celebración de la Eucaristía, de exponer 'Rollos' y Meditaciones, de acompañar espiritualmente el ritmo de las personas, ocupan un lugar muy importante las confesiones dentro de su labor. Ello es así porque dentro del Cursillo tiene una importancia clave la celebración del sacramento de la Penitencia (249).

La Guía del Rector del Manual de Dirigentes nos muestra al rector del Cursillo recordando y ofreciendo la posibilidad de la confesión ya después de leer la introducción al rezo del Rosario de la primera noche. Será algo que repetirá sistemáticamente en el examen de conciencia de cada noche así como en el rezo de las oraciones de la mañana (250).

Por otra parte, la Guía del Director Espiritual del mismo manual, destaca especialmente la importancia de las confesiones en el desarrollo del Cursillo en orden a que todos vayan viviendo en gracia. Por eso habrá que respetar al máximo la libertad pero a la vez darle las máximas facilidades posibles. Para ello, durante los actos que se realizan en la capilla, los sacerdotes están en los confesionarios o lugares apropiados para la confesión, y también en cualquier lugar o momento durante el Cursillo (251).

Actualmente hay menos insistencia por parte del rector en la cuestión de la posibilidad y conveniencia de la confesión, aunque sigue ofreciéndose, y también se ha introducido la posibilidad de una Celebración comunitaria de la Penitencia, con absolución individual (252).

En cuanto al lugar que la Virgen María ocupa en el Cursillo hemos de señalar que en él no hay ningún Rollo dedicado propia y exclusivamente a ella, aunque es preciso reconocer que todo el Cursillo está impregnado de la devoción filial a María, así como de alusiones en muchos momentos, y de prácticas de piedad marianas (253). Según Monseñor Hervàs el hecho de no dedicarle una charla en exclusiva no es óbice para situarla en el lugar que le corresponde dentro de la teología y de la Historia de la Salvación, así como en el corazón del cursillista. Se apoya en la Mystici Corporis de Pío XII, que, a pesar de dedicarle el epílogo, no trata ex-profeso de ella en ningún capitulo.

Durante el Cursillo se reza el Rosario, insistiendo en la advocación de María como Madre de la divina gracia. En el libro de oraciones del cursillista -la Guía del peregrino-, están incluidos el Santo Rosario y la Felicitación Sabatina, así como el Ángelus y la oración de san Bernardo (Acordaos). En el Rollo que trata sobre la vida en gracia se la presentará como la mediadora de todas las gracias y se destacará su maternidad espiritual. Es sumamente significativo que la primera hoja de la Guía del peregrino cite a María en su definición de lo que es peregrinar. Dice así: Peregrinar es caminar por Cristo hacia el Padre, a impulsos del Espíritu Santo, con la ayuda de María y de todos los santos, llevando consigo a los hermanos (254).

Hemos de concluir, pues, que María ocupa un lugar importantísimo en el Cursillo y en los cursillistas. No en vano el Movimiento nació en su regazo y tras la celebración en la diócesis de Mallorca de un Año Mariano en el que se prodigaron numerosas muestras de fervor popular y de amor profundo a la Madre.

F. Estructura del Cursillo.

En este punto y en el siguiente, nos basaremos en la distribución que ofrece El Cómo y el Porqué, enriquecida con elementos posteriores, pero manteniendo la estructura más antigua (255).

Como elementos fundamentales que configuran la estructura externa del Cursillo, destacamos los siguientes:

G. Desarrollo del Cursillo (256)

En el desarrollo del Cursillo, los temas que se exponen están articulados dentro de unas fases, de tal modo que según avanza la realización del mismo, viene a convertirse como en un conjunto armónico en el que todos los elementos (Rollos, Meditaciones, reuniones, celebraciones,...) tienen una función concreta dentro de la configuración general.

Esto no significa que las fases se hayan de suceder rígida y forzosamente. En la vida práctica esos contornos son mucho más difíciles de delimitar que en una concepción teórica, y además, nadie puede señalar la hora ni a la acción de Dios ni a la libertad humana.

Teniendo en cuenta lo anterior, se distinguen cuatro fases en el Cursillo: la introductoria, la de proclamación, la de desarrollo o crecimiento de la vida cristiana y la de inserción o proyección en el mundo.

La fase introductoria pretende situar al cursillista en el Cursillo, y está compuesta fundamentalmente por el Retiro, precedido del Rollo Inicial o preliminar, cuya función es acoger los cursillistas y explicar someramente qué es el Cursillo, para qué, para quién y su desarrollo. También se dan unas orientaciones generales y las normas prácticas.

El Retiro se compone de tres Meditaciones. Dos se dan la primera noche y una a la mañana siguiente. La primera Meditación -Conócete a ti mismo- tiene como finalidad despertar y sacudir la conciencia del cursillista, para que entre dentro de sí y revise la propia vida con coherencia y valentía. La segunda es una presentación de Dios misericordioso partiendo de la parábola del Hijo pródigo. Una presentación real, auténtica de Dios (257), que es amor, y que junto al valor de la reflexión en sí une el apaciguamiento de posibles desasosiegos que haya podido causar la Meditación anterior. La tercera Meditación - Las tres miradas - es una pregunta al cursillista sobre cómo le parece que Cristo le está mirando ahora. Completa a las dos anteriores presentando diversas respuestas del Nuevo Testamento ante la oferta de Jesús, constatando la diversidad de maneras en la respuesta humana al ofrecimiento de amor y vida nueva que Dios hace.

La segunda fase - fase de proclamación - comprende cinco Rollos: Ideal, Gracia habitual, Seglares en la Iglesia, Gracia actual y Piedad (258). Su finalidad es plantear las principales ideas que servirán de fundamento y de punto de partida para el desarrollo posterior del Cursillo.

Ideal es una proclamación de la grandeza que supone ser hombre, a la vez que una llamada a vivir con autenticidad dicha realidad. Gracia habitual es la presentación de la vida de la gracia como el ideal más grande; es una llamada a ser hombre cristiano por la proclamación del amor de Dios al hombre y de su autodonación gratuita. Seglares en la Iglesia viene a ser una llamada a que el hombre cristiano sea un miembro vivo y responsable dentro de la Iglesia, partiendo de su propio ser cristiano, que es vivir la gracia en la Iglesia, es decir, comunitariamente, y con una misión sobre el mundo. Gracia actual es una llamada a la confianza en Cristo que nos da la gracia para poder vivir este ideal cristiano, y una llamada también a la responsabilidad personal de corresponder a la gracia. Piedad pretende - desde el testimonio seglar - presentar la vida de piedad no como sentimentalismo o mera práctica rutinaria, sino como una opción de vida consciente y creciente.

La tercera fase -de desarrollo o crecimiento- coincide con el segundo día y comprende la cuarta Meditación del Cursillo -La figura de Cristo- y cinco Rollos: Estudio, Sacramentos, Acción, Obstáculos a la vida de la gracia y Dirigentes (259).

La Meditación es una presentación de la figura de Cristo real, cercana, actual, como la Persona capaz de llenar de sentido y de comprometer toda una vida. El Rollo Estudio pretende despertar en el cursillista el deseo por una mayor formación, es decir, por un mayor conocimiento de sí mismo, del mundo y de Dios. Se trata de formarse para irse dejando reformar y trabajar así en la transformación del mundo. Sacramentos gira en torno a la figura de Cristo. Presenta los sacramentos como signos del amor de Dios, como encuentros con Jesucristo, dispone e inicia al cursillista en la vida sacramental. Acción ofrece una visión del cristianismo militante. El apostolado es una obligación de la vida cristiana que deriva del Bautismo y la Confirmación. Obstáculos a la vida de la gracia recuerda que el hombre puede frustrar los designios de Dios rechazando su amor y su vida. Eso es el pecado. Por último, Dirigentes prepara al cursillista para su vuelta al mundo de donde procede con una mentalidad nueva, con la conciencia de que todos somos responsables en la transformación del mundo y, en ese sentido, todos somos o hemos de ser dirigentes.

La cuarta fase ocupa el tercer día del Cursillo. Es la fase de inserción o proyección en el mundo. Toda ella está orientada a lo que se ha dado en llamar el cuarto día, es decir, la vida cotidiana a la que se retorna una vez finalizado el Cursillo. Se trata, pues, de presentar la vida cristiana vivida y convivida, y la fermentación evangélica de los ambientes.

Esta cuarta fase comprende una Meditación - Mensaje de Cristo al cursillista - y cinco Rollos: Estudio del ambiente, Vida en gracia, Cristiandad en acción, Seguro total y El cursillista más allá del Cursillo (260).

La Meditación centra el sentido del tercer día y sitúa los contenidos que desarrollarán los Rollos posteriormente. Es un llamamiento a la acción apostólica en el mundo. Cristo envía y acompaña para que se dé un fruto que permanezca. Estudio del ambiente, en una línea de respuesta a la Meditación, viene a ser una descripción de los ambientes en que el cursillista está inmerso o en los que posiblemente se desenvolverá, y el modo de cristianizarlos. Vida cristiana es una explicación de las principales prácticas de piedad, dejando claro que las prácticas no son la piedad, pero que ésta se alimenta con las prácticas auténticas. Para concretar los compromisos de cara al futuro, que cada uno hará libremente y a su medida, se reparte la Hoja de Servicios, que el cursillista rellenará después asesorado por alguno de los sacerdotes que participan en el Cursillo (261). Cristiandad en acción tiene como finalidad preparar y motivar al cursillista para trabajar apostólicamente en grupo e inclinarlo hacia las asociaciones católicas y especialmente hacia la parroquia. Seguro total tiene como objetivo tranquilizar y responder a posibles dudas sobre el futuro ofreciendo caminos de perseverancia. El ideal conocido en el Cursillo ha de ser vivido en grupo. La perseverancia no será difícil si se vive en una comunidad que ayuda a una conversión continua y a una maduración cristiana progresiva. Finalmente, El cursillista más allá del Cursillo completa al Rollo anterior ofreciendo el fundamento de la perseverancia, que se resume en una doble fórmula: vivir profundamente el contacto con Jesucristo por una vida interior intensa, y el contacto con los hermanos por el espíritu de grupo y de sana colaboración.