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LA ORACIÓN, FUENTE DE ALEGRÍA.

La alegría de la oración.

'El hombre propone y Dios dispone'. Es justamente al revés. Esta afirmación es anti–teológica. El hombre se agita y Dios le guía. Según esto, el hombre vendría a ser como un juguete en las manos de Dios. La verdad es que Dios se propone, y el hombre dispone. Esta es la verdad. El Verbo se propone al Padre para la Redención:

 
Vino a los suyos y los suyos no le recibieron          ¿Quién es el que se propone?
Yo he venido para que tengáis vida                       el que quiera, el hombre elige.
El que a mí me encuentra, encuentra la vida         es decir, el que me elige, elige la vida.

Esto es un revelación de un misterio de alegría. Quiere decir que Dios me llama, me busca: Él propone. Dios me desea mucho más que yo a Él. Infinitamente más. Sale continuamente a nuestro encuentro. Constantemente está a la orilla de nuestra vida. Se goza en que yo acepte su proposición. Es un mercader insistente, con una mercancía de verdad, vida y amor: "Si alguno me abre, entraré y cenaré con él." Dios me ama a mí, aunque yo no le ame. No necesita que yo le ame. Él nos amó primero, cuando éramos objeto de odio. "Porque, si solo amáis a los que os aman, ¿Qué mérito tenéis?" El que yo odie a Dios, no merma en absoluto el amor de Dios para conmigo. Nosotros normalmente amamos a los que nos interesa. Esto es interés, no amor. Dios no ama más a los santos que a mí. Dios nos ama a todos infinitamente. No tiene privilegiados. Dios no hace acepción de personas. Así, recibimos el amor de Dios en la medida que queremos. Dios se me propone, y yo dispongo. Dios está entusiasmado con cada uno de nosotros. "Mi alegría es estar con los hijos de los hombres". Por eso se encarnó y nos redimió aunque lo tratamos a patadas.

Dios tiene sobre cada uno de nosotros, ambición infinita. El cielo es la posesión y fruición de Dios. Se ofrece infinitamente a cada uno, pero no fuerza a nadie. El amor es siempre un acto libre. No quiere nuestro amor a la fuerza. Él se entrega y espera de mí una respuesta libre y espontánea.

La oración es búsqueda y encuentro.

Es búsqueda de dos. Dios me busca, yo busco a Dios. El encuentro de los dos es la oración. "Cuando queráis orar, decid: Padre nuestro..."  Y en la Misa se dice: ¡Nos atrevemos a decir! porque implica una cierta osadía llamar a Dios 'Padre' y además, una admiración de que Jesús nos haya mandado llamar a Dios 'Padre'. Él nos ha empujado a hacerlo. No es una oración de mendigos, sino de hijos. El problema va a estar en que nosotros mantengamos un cierto nivel de dignidad de hijo. Hay que saber ser hijos.

Y sufrimos la tentación de crear a Dios: muchas veces lo fabricamos para darle culto. Estamos acostumbrados a que en este mundo nadie regala nada, y por eso en el terreno de lo religioso nos hemos puesto a fabricar a Dios con las migajas de revelación que hemos ido recogiendo. Y ese Dios resulta poco amable, está hecho según nuestras concepciones, según nuestras limitaciones. Se parece más a un tirano que a un padre, más a un personaje majestuoso que a una madre entrañable.

Es inexplicable si no que no nos hayamos enamorado del amor infinito.

Todo ayuda:

    nuestras limitaciones

    el ambiente que nos rodea

    e incluso los teólogos, que a veces no ayudan a comprender a Dios. Así, el esquema a veces frío de las tesis teológicas.

    el dejar como para lo último las clases de religión: "que las dé el más tontico".

"El hombre se hace ateo cuando llega a ser mejor que el Dios a quien sirve."

Si mi oración consiste en despertar a Dios:  ¡Señor, escucha mi oración! En hacerle reaccionar, en convencerle de que tiene que ayudarme, etc. entonces mi oración es atea, no podrá enamorarme, continuaré en el pecado.

Voy a la oración creyendo que le voy a dar algo al Señor:

¡Qué contento estará el Señor! ¡Qué bien servido!

Estamos muy equivocados.

En Act 17,25

25ni es servido por manos humanas, como si necesitase algo Él, que da a todos la vida, el aliento y todas las cosas;

Dice Santa Teresa de Ávila:

"Dios no busca la utilidad en nuestros bienes, sino la gloria, es decir, la manifestación de su bondad, la cual busca también con sus obras."

Porque nosotros le demos culto, nada se le añade a Él, sino a nosotros.

Santa Juana de Arco decía: "Dios es el primer servido". Todo lo contrario: es el primer servidor.

En Is 5,1, leemos:

Mi amigo tenía una viña
en una loma feraz.
2La cavó, quitó las piedras,
plantó cepas selectas;
en medio de ella construyó una torre
y excavó también un lagar,
y esperaba que produciría uvas,
pero solo produjo agrazones.
3Ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá,
juzgad entre mí y mi viña.
4¿Qué más podía hacerse con mi viña
que yo no haya hecho?

¿Yo? No soy yo, sino Dios el que tiene que hacer.

En Juan 13,3

3sabiendo Jesús que el Padre le había entregado en sus manos todas las cosas, y que de Dios salió y a Dios iba, 4se levantó de la mesa, dejó los vestidos y, tomando un lienzo, se lo ciñó. 5Luego echó agua en un barreño y comenzó a lavar los pies de sus discípulos y a enjuagárselos con el lienzo que se había ceñido.

Es Él el que lo va a hacer todo: poner la mesa, lavar los pies, pagar por nuestros pecados.

Voy a la oración a hablar con Dios, y me paso el rato de oración hablando, como si eso fuese necesario.

Bien, habla lo que quieras, pero no te olvides de que la oración es fundamentalmente escuchar.

Él hablará, y hablará de lo necesario nada más. Habla lo suficiente.

La oración es una relación de amor, no de parloteo. ¿Por qué los salmos en los monasterios? No por hablar mucho, sino para escucharlo mucho. Rezar los salmos es como ir alimentando la memoria. Orar es esencialmente amar, estar enamorado, dejarse amar.

La oración filial.

La oración no es sólo encuentro con Dios, es algo más íntimo: es vivencia familiar con Dios. Es una vivencia de una realidad familiar: Padre e hijo. La oración, se da dentro de un cierto clima. El clima de la oración viene definido por:

    el desprendimiento de la voluntad, del conocimiento (pensamiento, memoria, imaginación). Olvido de lo creado. Nuestro corazón tiende a estar esclavizado, más o menos. O está diversificado. Primero habrá que entrar en recogimiento interno y externo. Por eso es importante mantener la presencia de Dios durante el día.

     confianza: confidencial, amor, afecto, cordialidad.

     suavidad: mansedumbre, paciencia, humildad: Queremos que se nos dé consuelo en nuestra oración.

    pureza: pureza en particular y en general. Todo pecado produce en el alma un encasquillamiento. Los pecados encasquillan el alma.

    amor, delicadeza de amor.

    alegría, ilusión, esperanza.

La oración, más que método, es corazón.

Porque la oración es el lenguaje de los hijos, es el clamor filial.

Dios nos escucha como Padre, escucha nuestros balbuceos, y nuestra oración profunda.

14En efecto, cuantos son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.15Porque no recibisteis el espíritu de esclavitud para recaer de nuevo en el temor, sino que recibisteis el espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abba!, ¡Padre! (Rom 8,14)

La oración,

  • no es una preparación para la acción
  • no es una gimnasia reconstituyente
  • no es un ejercicio práctico para estar en forma.

Es la primera necesidad del alma, es el alma del alma, es su respiración.

Más que contar el tiempo que invertimos en oración, hay que contar el tiempo del día que estamos sin rezar. La presencia de Dios es también oración.

La oración nace de la intimidad con Dios y crea la intimidad con Dios. Esa intimidad es la fuente de nuestra paz, es la fuente de nuestra vida.

7los llevaré a mi monte santo
y les daré alegría en mi casa de oración. (Is 56,7)

13¿Está afligido alguno de vosotros? Ore.(Sant 5,13)

La oración necesita de la alegría y conduce a la alegría del espíritu. La Ley, en el Antiguo Testamento, mandaba al pueblo de Dios asistir a las fiestas religiosas con gran alegría.

7Allí comeréis en presencia de Yavé y os regocijaréis con las aportaciones de vuestras manos, vosotros y vuestras familias, a quienes bendice Yavé, vuestro Dios. (Dt 12,7)

Lo comerás allí en presencia de Yavé, tu Dios, y te regocijarás tú y tu casa. (Dt 14,26)

"...y te darás todo a la alegría" (Dt 16,15)

1Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la roca que nos salva; (Sal 95[94],1)

La oración es la respiración del alma y la vida del amor.

Dice un teólogo moderno que cuando uno deja de rezar, manifiesta que el Espíritu Santo no está en él.

La oración es inspiración y expresión del amor. "Dime cómo rezas, y te diré como amas."

La oración es la atmósfera del alma. La vida teologal en ejercicio. Está motivada por la realidad teológica:

Dios no está lejos, está cerca de nosotros. Tan cerca, que está dentro de nosotros. Dios nos empapa. Está en cada átomo. Tenemos audiencia con Él en todo momento. La oración es consecuencia de esta constatación.

"Orad sin cesar."(I Tes 5,17)

"Es necesario orar siempre y sin desfallecer."

Orar es vivir consciente y amorosamente la presencia de Dios en nuestra vida. Orar no consiste en grandes y continuas efusiones sentimentales, sino en la simplicidad y sencillez de la fidelidad, la austeridad de la vida cotidiana.

La oración es "en" Cristo Jesús.

Jesús ora por nosotros, ora en nosotros, y al mismo tiempo es a Él a quien dirigimos nuestra oración. Es el centro vivo de la oración.

Cristo es

Sacerdote
Cabeza (del Cuerpo Místico) y
Dios

Así, rezamos

por medio del Sacerdote
en la Cabeza
a Dios.

Por Cristo y en Cristo entramos en el misterio de Dios, entramos en la oración.

Hay que revisar con cuidado la oración en los exámenes de conciencia diarios. Oración vocal, hemos de hacer la suficiente, no más de aquella para la que uno está preparado. Hay que saber entender y analizar nuestras oraciones para hacerlas con el espíritu debido.

Jamás llegaremos a pedirle a Dios todo lo que nos quiere dar. No tiene límites. No mide, como nosotros. Por ejemplo, el valor de la Santa Misa, es infinito. En el diálogo con la Samaritana, Jesús le dice: "Si conocieses el don de Dios", es decir, si tú conocieras quién es el que quiere darse, y cómo quiere darse, ...tú me pedirías a mí agua.

Así, nos va a dar un cielo infinito. Jamás llegaremos a pedirle tanto como ya nos ha dado.

Me ha dado:

    la existencia, que es potencial infinito de verdad y bien;

    el perdón. Me ha perdonado siempre que se lo he pedido y me va a perdonar siempre que se lo pida;

    la divinización, al precio del Verbo encarnado.

    el cielo, vivir en la Trinidad, de la Trinidad. La visión intuitiva de su propia esencia.

"Pedid y se os dará." No puso límites.

A veces parece que tengo que vencer a Dios para ser feliz, que Él es un obstáculo para mi felicidad, que mi ansia es mayor que la suya porque yo sea feliz. Sería algo así como decir que nuestra madre no quiere nuestra felicidad. Y, naturalmente, se preocupa más Dios por mi felicidad que yo mismo.

Y es que tenemos una concepción antropomórfica de Dios. Hay toda una serie de oraciones que expresan más el talante del hombre que el de Dios. Por ejemplo, "Señor, ten piedad." ¿Es que Dios carece de piedad? ¿Es que le resulta difícil tener piedad?

1Dad gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

2Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.

3Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia... (Sal 135)

¿Quién es el que tiene que abrirse a la piedad? Él nos amó primero. Rezamos así porque es nuestra manera de ser. "El Señor esté con vosotros." ¿Es que hay un segundo de nuestra existencia en el que el Señor no esté con nosotros? Dice la Sagrada Escritura:

aunque una madre pueda olvidarse de su hijo, Yo no me olvidaré de ti...

Los que no estamos con Él, somos nosotros.

"Acuérdate Señor de tus siervos que duermen en el sueño de la paz..."

¿Es que le falta memoria a Dios? Somos nosotros los que olvidamos a nuestros muertos.

"Dirige tu mirada serena y bondadosa..."

Estas oraciones son muy humanas. No acaban de precisar la actitud teológica de Dios.

Orar es ponerse a disposición de Dios.

"Habla Señor, que tu siervo escucha."

Para que hable, determine e impulse.

El terreno abonado para una buena oración: Cap. 13 de la Subida al Monte Carmelo.

Orar es consentir:

todo lo que Dios diga,
todo lo que Dios quiera,
todo lo que Dios esté planeando.

Orar es también acción de gracias. Para ello es necesario conocer y reconocer los dones de Dios. Para ello necesitamos estar atentos a Dios.

Orar es cuestión de la vida. Orar es una presencia rendida, callada, sencilla y amorosa.

Oración de tiempo sin tiempo.

Qué es el orar para el pagano y para el cristiano.

Para el pagano es una especie de llamada de atención a Dios:

‑¡Escúchame Señor! ¡Despierta!

Intenta hacer saber a Dios toda la lista de cosas que hace por Él. Lo mucho que pretende hacer. Y pedir disculpas por los malos servicios. Lo que destaca, es lo que el hombre hace por Dios.

El orar para el cristiano: Dios lo hace todo y el hombre se dispone a hacer porque ve todo lo que el amor está haciendo por él. Es asombrarse del amor divino. Es cantar la generosidad sin límite de Dios, el amor sin límite de Dios, las delicadezas, la ternura, la paciencia, el interés sin límite de Dios.

Nota: Que le hables todo lo que quieras, pero en algún momento cállate, déjale hablar a Él. Tú te desahogas, pero Él cuando habla hace Luz, Verdad y Vida. Entonces, calla, escucha y mira con amor.

26Igualmente también el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, porque nosotros no sabemos qué pedir para orar según conviene; porque el mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables. (Rom 8,26)

Por tanto, hay que acabar la oración como Cristo en Getsemaní:

Pero no se haga mi voluntad sino la tuya.

Aparte del padrenuestro y el avemaría, hay otras oraciones magníficas: el Gloria de la Misa, el Credo, Benedictus, Magnificat, Te Deum, Sanctus, Gloria Patri.

Dios es AMOR, luego Dios es dependencia.

El amor implica necesariamente dependencia. Si no quieres depender de nadie, no ames a nadie. El infinitamente amante es infinitamente pobre, humilde y dependiente. Dios me lo da todo: hasta a su propio Hijo. Hasta tal extremo llegó su amor, que no perdonó a su propio Hijo. El amor verdadero le hace a uno humilde ante la persona amada. ¿Quién depende más del otro, la madre de su hijo, o el hijo de su madre? La madre depende más del niño. El niño se deja hacer todo, y es más, exige que se esté por él.

En nuestra relación con Dios, Dios depende mucho más de nosotros, que nosotros de Él. En el orden del amor, Dios depende de nosotros. Dios no quiere simplemente amarme: necesita amarme. Y me amará eternamente.

Mira a Jesús crucificado: ¿Quién depende más, Él o tú? ¿Quién está más atado? ¿Quién está pagando los platos rotos? En Ez 16, se nos relata la historia de las infidelidades de Israel (la esposa) a Dios (el esposo). Es nuestra propia historia. A pesar de todo, Dios se acuerda de su pacto, de su juramento, y anuncia una alianza eterna.

La pasión de Cristo, está en función de mi salvación. Y es que en el amor, el que ama menos es el más fuerte, y ¡qué tiranías podemos llegar a realizar con los que se enamoran de nosotros! El más débil, el que más ama. He ahí la debilidad de Dios. Por eso soporta tantas cosas:

    Una humanidad blasfemando.

    Una humanidad vuelta de espaldas a Él.

Dios depende de nosotros, desde el momento que nos ama. Es lo que les pasa a los santos, han visto un poco el amor infinito de Dios, y se han vuelto locos.

Dios ha creado el mundo para su gloria. No para divertirse, para estar entretenido o para tener vasallos. La gloria de Dios no es otra cosa que el amor: amar, hacerse amar y dejarse amar. Así lo define Juan: "Dios es amor". (I Jn 4,8)

El amor de Dios no es para ser amado simplemente, es para ser amante. Jamás alcanzaremos el amor que Dios nos tiene.